miércoles, 5 de agosto de 2009

MI CRISTO NEGRO


Durante cientos de años la ciudad y puerto de Campeche ha refugiado entre las paredes de la que es una de las más importantes parroquias del estado al famoso y siempre adorado “Cristo Negro”; imagen que forma parte esencial de las tradiciones de la localidad. Los años han pasado sin duda con agigantados pasos, y con ellos los campechanos que han dejado atrás su niñez pero no sus recuerdos, el placer de esperar la llegada la fiesta de San Román en la que el protagonista nos espera con los brazos abiertos y la negrura del crucificado nos mantenía atentos.
El Cristo Negro es una imagen tallada en civitavecchia, traída hasta este bello puerto por Juan Cano de Coca Gaitán, esta obra vino de Italia sin ser este su destino original, es precisamente Juan Cano quien adquiriera la imagen del crucifica a un buen precio vuelto de Alvarado rumbo al puerto de Veracruz, con el valioso y ostentoso encargo. Este hombre buscaba un flete a la ciudad de Campeche pero su suerte no pintó bien; la historia dice que halló dos veleros con destino a nuestra ciudad, uno de ellos dirigido por un Inglés, rechazó a Cano por el crucifijo pero el viaje aun tenía una esperanza, una embarcación que al frente tenía a un hombre de origen Catalán, al saber de la carga, se ofreció con fervor a llevarlo a su destino, haciendo a un lado mercancía para darle lugar preferente a la imagen que hoy adoramos.
A cuatro horas de viaje, durante la cena de los hombres salpicados por el mar, un brisote sopló sacudiendo la embarcación, prediciendo el meteoro que se avecinaba; tras horas de batalla con la naturaleza y si muchas esperanzas un desconocido logró regresar la embarcación al punto de equilibrio. Al paso de horas y con la calma vuelta al barco, el capitán y los habitantes de la embarcación buscaron a su salvador sin encontrarlo.
En minutos la embarcación estaba de manera inesperada frente a nuestro hermoso puerto de Campeche, encontrándose con la noticia de que el pueblo lo esperaba porque alguien los había alertado de que un barco se aproximaba en busca de refugio por sus luces. El catalán solo pudo decir ¡Vive Dios! Porque el barco no traía luces.
El 14 de septiembre día en que la imagen llego al puerto, el capitán ordenó desembarcar al Cristo crucificado, que bien cubierto, en bodega y a salvo saldría de forma milagrosa chorreando agua como si hubiese estado en medio del siniestro, desde ese día el Cristo Negro reposa en la Iglesia de San Román.
Según la historia, la embarcación que rechazó a trasladar la imagen no sobrevivió a la tempestad, y es así como hoy todos los campechanos y lugares aledaños miramos con ferviente emoción la imagen, pero nosotros los san romaneros de corazón nos orgullecemos al decir que es Nuestro Cristo Negro, ese que al salir de su nicho los días 14 de septiembre nos ponen la piel china y los ojos temblorosos y por el que esperamos ansiosos el día de tenerlo cerca para besarlo.

Priscila García Luna

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